Hablar de política y de lo político es hablar del hombre y lo que debe ser el gran espíritu de socialización del mundo. Cada ser posee su capital humano, material y espiritual, su trabajo y sus virtudes que deben ir en crecimiento en la medida que se vuelve solidaria dentro de una política social, esto es, hacerlo participe al igual que la política, sin perder sus derechos de propiedad, bajo la tutela de una democracia limpia. Presunciones, odios, contradicciones, oscurantismos, corrupciones, no alcanzan para desarrollar las retoricas metáforas que ha recorrido por los laberintos de su devenir y aun trasiega, la política inquietante, bajo las diversas formas fantasmales.
Historia sin juicio ni fin, tiranía, populismos, estados de excepción, fronteras invisibles. Democracia en decadencia, libertad irresponsable, entre verdad y mentiras, ley con impunidad, jueces de mármol, lideres sin escrúpulos, política sin rostro, pueblos sin voz, estados a la deriva, comedias sin argumentos, semillas de odio, violencia sin fin, evangelios marginados, nación sin génesis, juventud sin futuro, estados terminales, males sin remedio, sátrapas al asecho, terrorismo en la sombra, derecho sin juicio, decadencia jurídica, pretorianos insaciables. Inexistencia de control social, estallidos sociales, confinamientos en apuros, religión impura, disciplina encarcelada, humanismo en incertidumbre, laberintos femeninos, cultura al garete, ecología en llamas, país entre pan y circo, siempre doble moral, consumismo sin control, fe muerta, hambre con desangre, paz entre trisas y remiendos. Estos laberintos y muchos más son las sendas de nuestra política, entonces ¿Qué esperar para el bien común?
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