Ambicioso propósito resulta escudriñar la lengua;
ya que con ella te arrullas, ya que sin ella te desmayas,
te envaneces y desquicias;
te acompañas y te aíslas en el dolor
y, cuando las lágrimas corren por tus mejillas,
te enfureces entre significados sin sentido.
La lengua alimenta tu imaginación y crea tu verdad;
tu fantasía le da paso a tu realidad
y tu creatividad anida en tu cerebro
y vuela con la sociedad.
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