De niño, tal vez seis o siete años, con una caja de cartón rectangular, pudo ser de 10 por 25 ctms, le recortaba un cuadro de unos 7 por 12 Ctms; y en los lados le hacía unos pequeños huecos para atravesar un palo circular de unos 12 Ctms de largo, uno en la parte superior y el otro en la parte inferior.
En tales palos enrollaba las cintas hechas con las figuras a color de las tiras cómicas que luego pegaba en el otro extremo de la cinta, y, en el palo inferior, pegaba el comienzo del rollo; de tal manera que, al rotarlos fueran pasando las figuras de las tiras cómicas, con sus respectivos textos, por el cuadro que antes había recortado.
A este artilugio, yo le llamaba la Caja Mágica que en la simultaneidad de mi lectura de los textos y el paso de las figuras a color resultaba un símil del cine, para los amigos del barrio.
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