La profunda crisis que vivimos los nariñenses ha develado nuestra desconexión, pero sobre todo la INCOMUNICACIÓN vital con todo lo que ello representa, no solo vial sino incomunicación cultural y económico de un país al que entregamos el fruto de nuestro trabajo cotidiano, marginamiento que ha sido resultado de muchos años de abandono y desprecio de esta región por parte de una clase dominante que solo lo interesa las ganancias económicas y los réditos electorales.
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